Al principio la subestime, estaba absorta en mi propia belleza. Le enseñé a maquillarse. Le corté el pelo. La convencí de usar minifaldas. Y entonces apareció su impactante y única belleza natural. Ella sabe como mirar, como cantar, como cruzar las piernas. Ella es fresca y oscura. Y ya no era yo la más hermosa, la más vibrante, la que brillaba, era ella. Hace tiempo que se fue, rompió con todo en su vida, se alejó de todos nosotros. Recuerdo que tenía ojos muy brillantes, intensos. Que sus labios parecían dibujados. Que su piel color durazno era húmeda. Y que lo más hermoso ean sus hoyuelos.
Ahora quiero adorarla y venerarla como a una diosa.
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